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martes, 3 de septiembre de 2019



¿QUÉ PUEDO DECIR?


 Recuerdo aquellos días,
 cuando ni la luz ni yo sabíamos pintar
 sin salirnos del contorno.
 Mi abuelo cortaba el pan contra su pecho.
 Mi abuela untaba ajos
 en el pan caliente
 hasta hacerlos desaparecer bajo sus dedos.
 Alrededor de la mesa los mayores hablaban
 de lo volando que pasa el tiempo,
 y los más pequeños creíamos
 que exageraban
 para darse importancia y asustarnos.
 Cuánto he llorado desde entonces.
 Cuántos pésames, desengaños y
 soledades.
 Pero ahora debo parecer fuerte
 y quitarle importancia.
 Mis nietos me miran asomando sus ojos
 a ras de la mesa,
 creo que han notado en mi mirada
 el llanto contenido.
 No debo asustarlos con el tiempo y sus tristezas.
 ¿Qué puedo decir para disimular?
 «Pues sí, el tiempo pasa volando».